En ocasiones hemos hablado de como a algunos miembros de junta les gusta pasear la vara y no aportan nada a su hermandad. Esas personas cuya misión fundamental es lucir chaqueta y gomina, y mirar por encima del hombro a toda persona que él considere que no está a su altura. Lo mismo su cargo es auxiliar de consiliario quinto, eso da igual, con tener vara con algún toque dorado ya vale. Pero hoy nos vamos a centrar en la figura del hermano mayor. Dentro de los máximos dirigentes de una corporación existen diferentes tipos: Quienes no desean protagonismo, quienes desean todo el protagonismo del mundo, los osados, los timoratos… y un grupo que me aterra especialmente: los déspotas. Hay que tener mucho cuidado con ellos, son peligrosos, especialmente para sus hermandades, pero también para el mundo cofrade en general.
El término despotismo viene de esos dirigentes del XVIII que proclamaban aquello de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, dirigentes que poco más o menos le decían a la población “Ustedes son unos necios, déjenme a mí que les diga que es lo mejor para ustedes”. Luego fue evolucionando en lo que hoy en día se entiende más como actitudes más ególatras y dictatoriales, y es ahí precisamente donde hay que situarlo en el mundo cofrade y siempre referido solo a esos hermanos mayores que actúan así. Servidor observa con espanto actitudes de incompetencia, altanería e incluso absolutismo dentro de esa ‘élite’ de varas doradas. Algunos hacen de la casa hermandad su cortijo, de los medios oficiales de la hermandad sus medios personales y de los miembros que dan la vida por la hermandad, sus esclavos. Cuidado con esto.
Confunden habitualmente el mandar con el imponer. Se creen que la hermandad les pertenece, no entienden que su función es la de capitán y no la de propietario. Nadie, absolutamente nadie, es el dueño de ninguna cofradía. Nadie compra acciones para llegar a ese puesto, ahí están porque han sido puestos por sus hermanos, y a ellos se deben. Y digo que me aterra, porque algunos no se dan cuenta que su papel no es solo el de capitán del barco, sino que también son referente. Al igual que un hijo copia las actitudes de sus padres, en las hermandades los más jóvenes copiarán, tanto dentro como fuera de la hermandad, a su hermano mayor. Sin querer, estos hermanos mayores están educando en la tiranía, la soberbia y la cicatería.
Hoy en día es muy tentadora la figura del hermano mayor. Tiene repercusión, estima social y en algunos ámbitos, influencia. No todo el mundo está preparado para el puesto, ya que por esto mismo que acabamos de comentar algunos pueden confundir su cargo con ser algo en la vida. Es decir, llegan al puesto sin ser nada, cuando se vayan volverán a ser nada, pero en ese periodo es ‘goloso’ el creerse auténticos todopoderosos. Deberían escribir mil veces en un folio en blanco: “No soy más por portar una vara de oro”. El puesto tiene una enorme responsabilidad, no saber canalizarla correctamente daña notablemente la vida de hermandad y por extensión perjudica a todo el mundo cofrade.
Fuente: De Nazaret a Sevilla
https://denazaretasevilla.com/2017/07/09/despotismo-de-vara-dorada/
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